SIN MATES NI PALABREJAS

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La Crítica Literaria en Honduras

Oscar Fernando Sierra-Pandolfi


La crítica literaria, lente en cámara lenta o en disparate del que con prematura hazaña concibe sin saña el comentario adulador endulzado con el confort del compadrazgo benedictino. El sombrereo abunda como un virus en el protoplasma del favoritismo ferviente de la odisea de escribir entre líneas que el poeta de turno con cabeza de avestruz está listo para el lanzamiento de cohete de la Nasa a la luna de la fama.  Con la solvencia de adquirir el trafago del aplauso, cae inútilmente en la arena movediza de sentirse ególatra foteado y entrevistado por los medios del Honduras Herald y las Honduras post. Sin obviar, que en la actualidad la crítica, contumaz, esta acaparada en las columnas periodísticas donde ya tienen el mausoleo de la selección darwiniana de quienes saldrán en la plana dominical bajo el visto bueno del campo del poder cultural de unos secuaces con sello de historiadores oficialistas y doctores en letras de dudosa procedencia.

        El crítico, con aires de sabelotodologia se deja llevar por la pose de David pensante, dando la aprobación nefasta que el libro literario sea poema en el realce del ensalivamiento, o una vergona novela con piel de lagarto y de tonos en pastiche.  Los críticos, anuncian con fervor patriotero, quienes son las meras jirafas de las letras, que analizan las obras poéticas y narrativas como quien echa miel en los labios, indicando, el sabor, el olor, la estructura, la propuesta. Llevan agua al molino del autor que sale brillando como una cometa en el partido que gobierna o en el partido desgobernado, su función subyace, en tirar flores a su conveniencia. Lógico, la existencia de estímulo, o regalía de un aplauso se podría dar en el encuentro del acierto estético o de la proposición de lo novedoso o innovador, dejan de ser los mediadores de los lectores en un mundo sin lectores.

        El crítico, es el fantoche, o el conocedor de las cosas y especialista en leyes civiles y penales, en el sentido, esta orinando fuera de la bacinica, o del ampuloso critico que se convierte ya tiempos en embajador, y ha sido adulador de las vacas sagradas de las letras neocatrachas. 

Mi clasificatoria, el crítico de solapas, lee unas líneas de la obra literaria de equis autor y lo eleva con el efecto de un proyectil al olimpo de la grandeza.

El crítico de contraportada, tiene la maravilla de ser adulador de pacotillas, con una malsana hermenéutica lanza el anzuelo de la confirmatoria de aprobar en exceso y breves palabras, el semáforo de expresar, pase adelante. El crítico de columnas periodísticas, arroja toda su palabrería en reseñas con problemas de menstruación en la redacción, porque más parece una nota de clasificados o de un marketing. Habemos críticos que hemos mentido, jalonados por la amistad, y la supuesta lealtad obligatoria de comentar la obra del vecino escritor, cuando hemos despertado de los desaciertos, yerros, errores garrafales, fallas de estructura, caemos en el veinte, hemos mentido al autor, llevándolo al falso aplauso, lo cual se convierte en un problema de ética de buitre, es decir no lo devoró al inicio, pero si al final.

        Otro crítico sobresaliente, es el academicus, se la pasa recitando a los teóricos y cita hasta la glándula femoral a los que inventaron la redondez del inodoro, aunque no sea pecado, y es concebido que el dominio científico es necesario, si el supuesto critico es un excelente poeta, un reconocido novelista, o cuentista, que domina las diferentes formas literarias en toda su expresión. Lo que sucede, que los críticos han sido malos escritores, dicha posición, descarta que sus juicios contengan la sistematización y seriedad. El crítico, con aires de poeta, se viste de psiquiatra, hace diagnósticos a los que cree que están haciendo innovaciones, los tilda de locura, con su porte de gurú, y su patraña de poeta político con el azul que gobierna, organiza festivales financiados por la secreción seminal del dictador. Los críticos uniformados, y silenciosos, nunca han escrito ni siquiera una línea de memin o de caliman, se la tirán de tiranos, lanzan hachazos a la obra literaria del principiante. Le ponen la zan

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cadilla, y no le ayudan a crecer.

      Otro tipo de crítico, es el que empuja a sus discípulos al ánimo, aunque en sus adentros sepa que no tienen talento, los estimula a escribir, una especie de mentiroso, con sorna y sarna en las palabras. De críticos está lleno el diminuto reino de las letras catrachas, aunque se me olvide, mencionar al crítico escribidor, el que ha ganado mil premios desde Honduras hasta en la india, que ha sido comentado hasta por los griegos, el crítico que sale con sus novelillas  y su cabeza pelada, tirando piedras, fariseo, critico hasta a unas majas que se las ha abravado las hormonas, conciben la crítica desde el feminismo, tirándose a reuniones, discriminando a los varones. La crítica, que gime y se repliega en el halago, no es saludable, cuando alguien se asome, y ha crucificado sus textos, valiéndose de la experiencia y el conocimiento, entonces, hablamos del crítico verdadero. 


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